martes, 23 de octubre de 2007

A modo de introducción

¿Qué puede motivar a alguien a lanzar un mensaje en una botella al mar?

La desesperación, dirán algunos. Pero, y si no es así, y si uno no está desesperado, si uno no quiere gritar al mundo que le salve. Si uno está cómodamente instalado frente a la pantalla de su ordenador. ¿Qué le puede motivar a lanzar mensajes al vacío?

Esa es la gran pregunta que hay que responder antes de continuar.

Hubo un tiempo en que conocía la respuesta, (o al menos la mía). Antes de todo esto, de toda esta revolución, de que yo cambiase para siempre, de que perdiese algo por el camino sin apenas darme cuenta, antes almacenaba cientos de libretas garabateadas con miles de historias, un millar de pensamientos y un sinfín de tonterías. Mensajes acumulados esperando su botella para ser lanzados al mar. Mensajes que fueron enviados al basurero el día en el que olvidé el motivo por el que los escribía.

Y aún hoy no logro recordarlo.

Ahora por fin he encontrado la botella. Está al alcance de todos nosotros y es mucho más efectiva que arrojar un pedazo de vidrio a la inmensidad del océano.

Sin embargo, sigo sin encontrar aquello que perdí.

Tal vez este sea el modo de encontrarlo, tal vez todo esto no sea un fin, sino tan solo un medio…quien sabe a donde iremos a parar. Quien sabe quien pueda llegarme a escuchar.

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